El aire se cortaba con un cuchillo. Los industriales, debatidos entre el nerviosismo y la indignación, contuvieron el aliento hasta que de boca del ministro de Economía, Carlos Fernández, salieron las palabras justas y en el momento preciso. Palabras que los empresarios hacía tiempo querían oír.
Esto sucedió en el marco de la presentación del programa de ampliación de plantas y lanzamiento de productos que delineó la industria automotriz hasta el 2011 y que reunió, en el Palacio de Hacienda, a las cúpulas de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), la Asociación de Fabricas Argentinas de Componentes (AFAC) y la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA).
Una vez que escuchó de boca de los empresarios que el sector invertiría u$s3.500 millones en tres años, Fernández se sintió alentado a destacar las bondades del modelo y que el Gobierno seguiría apostando al mantenimiento de un tipo de cambio competitivo.
Apenas terminó de pronunciar estas palabras, las risas nerviosas corrieron como reguero de pólvora. Uno a uno, los industriales intercambiaron miradas sarcásticas. La situación duró apenas unos segundos, pero a Fernández le bastó para saber que, puertas adentro, se debía dejar el discurso de libreto de lado para afrontar la realidad.
Así, finalmente, el Gobierno reconoció ante el sector privado que el tipo de cambio, por el impacto de la suba de costos, es un verdadero problema que necesita ser resuelto para dar mayor previsibilidad de cara al futuro.
“Cuando vio las miradas incisivas de todos los que estábamos ahí, el ministro nos dijo que el tipo de cambio ya se iba a ir corrigiendo. Con lo cual evidentemente el Gobierno es consciente de que debe hacer algo con la pérdida de competitividad”, sostuvo un alto directivo que prefirió mantener su nombre en reserva.
Cuatro meses de expectativaCon la jugada del Banco Central (BCRA), que modificó el tipo de cambio llevando el dólar de los $3,22 de fines de abril a los $3,05 actuales, los industriales no se impacientaron porque tenían una certeza: se trataba de una movida coyuntural que sería revertida en la mayor brevedad posible para reestablecer la competitividad erosionada.
Sin embargo, con el pasar de los meses, y frente a un marcado aumento en los costos de producción, los ánimos comenzaron a crisparse. Así salió a la luz, por ejemplo, el duro enfrentamiento entre el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Juan Carlos Lascurain, y su vice, Ignacio de Mendiguren, en relación al verdadero nivel de inflación.
"Un dólar en los niveles actuales implica una erosión muy importante de uno de los pilares del modelo actual y generará presiones devaluatorias que van a ser difíciles de sobrellevar para la actual administración”, agregaron.
En esta línea, aseguró que recién “con un dólar entre los $3,80 y los $4 se estaría devolviéndole a esta industria la rentabilidad perdida”.
Personalmente creo que si bien eso ayudaría a la industria, perjudicaría al consumo interno porque le daría la excusa a los distribuidores de aumentar los precios "por la suba del dolar" y la inflación sería un juego de nunca acabar.
Pero una cosa es cierta. El dólar lentamente debe irse apreciando para no generar más pérdida de competitividad. La pregunta es ¿cuándo subirá? y ¿hasta que precio?
Saludos y hasta la próxima.
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